Un largo camino… un simple camino de tierra que se muestra ante mis ojos inmenso, majestuoso… Hasta el color de la tierra parece cambiar en esta etapa de mi viaje. Los pies me duelen profundamente, pero me da igual, me gusta sentir la libertad rozándo bajo mis pies. Está oscureciendo, miro hacia atrás aun sabiendo que jamás deberíamos mirar el mundo que abandonamos si queremos seguir al frente, hacia lo desconocido. ¿Hasta dónde llegará la guerra?, ¿hasta qué lugar?, ¿me estaré alejando del peligro? o… tal vez me esté acercando aún más. Vuelvo a observar el frente, lo exprimo con la mirada, localizo mi objetivo, y me mentalizo de que iré a por él. Dejo mis viejos zapatos sobre una piedra al lado del camino, una despedida, un adiós al pasado, es hora de empezar a construir mi vida. Está atardeciendo, el cielo está impregnado en sangre, con algunas nubes espesas de colores rosáceos. Mis piernas se mueves de forma automática, un paso, otro paso, otro paso… el paisaje apenas cambia, pero me mueven las ansias de saber qué es lo que hay más allá, tras el horizonte… un dolor agudo se gesta lentamente en mi cabeza, decido que es hora de descansar y me siento sobre una piedra redonda algo apartada del camino principal. Apenas hay luz ya en el cielo, pero a lo lejos me parece ver una silueta humana…
(Airlia)
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